En un principio, siempre era de noche. Los habitantes estaban a oscuras.
Un día cualquiera un cuervo les contó que en otra parte de la tierra , la gente tenía luz... podían ver sin las lámparas de aceite de foca, que daban tan feo olor. Usaban la luz para sus actividades diarias y para iluminar sus hogares.
Y los habitantes le pidieron al cuervo que buscara esa luz para ellos.
El cuervo voló y voló y llegó a una casa e donde vivía un hombre, una mujer y su pequeño hijo.
El cuervo se convirtió en un pequeño insecto y se alojó en el oído del niño y le dijo...pide la luz! el niño hizo un berrinche .Qué pasa , pregunta el padre...? Quiero jugar con la luz!! dice el niño.
El padre toma una pequeña bola de luz y se la da. Quiero pasearla! grita el niño. El padre ata la bola de luz con una pequeña cuerda y el niño la lleva por toda la habitación. Y como es niño, al rato la deja olvidada en un rincón. Cuando la familia se duerme, el cuervo vuelve a su condición de cuervo, toma la cuerda con el pico y sale volando con su bola de luz robada.
Así, la lleva al país de las sombras largas, para que tengan al menos unos meses de luz.
Los hombres , en agradecimiento , le prometen al cuervo que nunca los esquimales cazarán a los cuervos...y desde ese entonces lo cumplen.
Alaska, la tierra de la larga noche.
Primeros habitantes
Parte de la historia antigua de Alaska sigue siendo objeto de debate. Hay quien dice que los primeros habitantes de Alaska llegaron de Asia a América hace 15 000-30 000 años, durante una glaciación que bajó el nivel del mar y creó un puente de tierra de 1500 km que unió Siberia con Alaska. Los nómadas que atravesaron el puente no lo hicieron por ansias de exploración sino que seguían a los animales que les proporcionaban alimentos y ropa.
Las primeras tribus fueron los tlingit y los haidas, que se establecieron en la costa oeste y bajaron hasta Canadá. De esta cultura quedan como testigos los totem tallados de madera.
Apenas uno sube desde Vancouver, la primera parada es Ketchikan.
Es la capital del salmón.
Y nada más al llegar , se topa con un monumento...La Roca.
Allí están representados todos sus habitantes, el jefe inuit, el pescador, el aviador, el minero,
la anciana y la dama elegante. Y como verán todos cumplen una función.
Una vocecita interior me decía...te das cuenta de dónde estás??? en la otra punta del mundo!
Y ahí se me ocurrió que estaba en la tierra de las sombras largas, en ese país de magia que había visto en la vieja película de Anthony Quinn , en el iglú , la esquimal que le calentaba los pies con su cuerpo, el aceite de foca de las lámparas de luz, y los besos de narices frotadas.....(totalmente impensables en estos días de pandemia!) Vade retro!
Me hubiera gustado llegar a las tierras inuit de hielo e iglúes, pero todavía había que ir mucho más al norte.
Pero Ketchikan tiene su encanto, su historia y su marca distintiva.
Sus casas de madera y de colores .
Ketchikan, capital del salmón.
Al caminar por la vera del río, encontré muchos salmones o mejor dicho, pedazos de salmones en las orillas, desparramados como cualquier cosa. Qué desperdicio, pensé. Porqué se comerían los osos la mitad o una parte y no todo el pescado?
Pero, la natura es sabia, los restos del pescado que se descompone abonan la tierra y el agua que llega a los bosques con distintos minerales y de esa forma el ciclo de la vida continúa.
Hasta en eso cada uno de los elementos son necesarios para la vida y cumplen su función nutritiva.
Los restos aportan nitrógeno, azufre, carbono y fósforo que se transmiten al océano y de ahí a los ríos y a las las tierras adyacentes.
Hay muchas formas de honrar la naturaleza en los inuits y sobre todo a la naturaleza que provee el alimento y el abrigo.
Había un cuento en el que el cazador escapa del ataque de un oso, y más tarde, después de muchos días, le da caza. El cazador come la carne del animal, porque piensa que así, el espíritu del oso vivirá en él . Una muestra de respeto , homenaje y agradecimiento.
Estas muestras de arte son las que representan la fusión entre el hombre y la naturaleza.
El salmón, en una loca carrera con la corriente en contra, vuelve de los mares al río, contrarrestando la fuerza de gravedad. Nadie se explica muy bien porqué este joven salmón sube a desovar en el río en que nació, siempre al mismo lugar.
Algunos dicen que tiene que ver con el campo magnético de la tierra y que se guían por él para regresar justo al lugar donde nacieron, desovar, morir y comenzar otro ciclo.
Lo cierto es que nadan furiosamente hasta arriba y algunos terminan como los de la foto...en la boca de algún travieso.
Esta imagen, que no es mía sino de Keren Su, muestra en definitiva otro misterio de la naturaleza.
Para tomar esta foto, teníamos que disponer de más tiempo y subirnos a un hidroavión.
Y aunque me moría de ganas, no pudimos. Creo que el Partner suspiró aliviado. Pero lo anoto en mi larga lista de pendientes.
Y recuerdan el monumento de La Roca? ya tenemos al pescador, al minero de los cuales hablamos en Skagway, el jefe inuit y el aviador y más adelante...el otro personaje, la dama elegante.
Paseamos por la Creek Street
Y llegamos a..la casa de Dolly.
Así como el salmón emprende un gesta loca esta es la historia de otra emprendedora, una joven de 18 años, Dolly, que se estableció su domicilio en Ketchikan, en dos años era dueña de la casa y su fama se extendió por toda Alaska, tanto que se decía que políticos y artistas muy conocidos eran clientes suyos.
Y como toda madama que se precie, tenía su amor puesto en un encantador de serpientes, que volvía a ella cuando se le terminaba el dinero y siempre era bien recibido.
Qué misterio, que las mujeres que se supone más curtidas, son las más vulnerables cuando de sentimientos se trata....
Cuál es el nudo que ata los sentimientos de estas mujeres, en apariencia tan fuertes y en lo profundo demasiado frágiles?
Y entonces, cuál de las dos características las define? La dureza o la fragilidad?
Dolly vivió hasta los 85.
Una vez que dejó de ejercer se quedó viviendo sola en esa casa, como una muestra de lo que había sido aquel lugar inhóspito de mineros y pescadores, que encontraban en ese refugio la alegría que compensaba una vida de exposición al crudo clima y a los peligros.
Aquí, en el pueblo de madera de Ketchikan , estos son los jugadores....los mineros, los pescadores, los artesanos, las mujeres de la vida, los aviadores, los nativos y los ancianos.
Pero más alla´...qué hay?
El país de las sombras largas....
La tierra del hielo y las noches eternas y un pueblo, el inuit, que sigue viviendo de la naturaleza aunque agiornados por la modernidad , en un inentendible contraste entre la civilización que conocemos y la sencillez que deberíamos practicar.
Los cazadores le cantan a las focas..."muéstrate bestia hermosa en este día de luz..."para que el animal salga de la profundidad y puedan cazarlo.
Y cuando lo logran , no dicen cacé dos focas, sino dos focas se dejaron cazar por mí.
Este es el reconocimiento al animal que se ofrece como alimento, como provisión para almacenar y ser una fuente de vida en las largas noches del invierno.
Es un enfoque distinto, no?
Sin embargo, no aprobaríamos muchas de las costumbres, no es una vida idílica así como lo entendemos desde nuestra zona de confort.
Hay un proverbio inuit que dice.." sé como el hielo, transparente, pero que atrapa todo en su interior".
Visitar Alaska y empaparse de su cultura es como hacer un curso acelerado de historia antigua, como descubrir lo que vimos en Ice Age, más allá de los trazos de la civilización moderna.
Existe una cultura de permanencia en lo no contaminado a pesar de la contaminación que igual les llega.
Y rascando la superficie, uno encuentra la carne cruda, la ingenuidad de lo natural, el bien y el mal.
Me quedo con la simpleza, con la sencillez, el respeto y el agradecimiento, la frescura de su mirada del mundo.
Alaska, el país de las sombras largas.
2016