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La sala de ámbar.....un cuento de Daniel Molina Carranza , en la Rusia de los misterios.

Actualizado: 25 jul 2021


Autor de Cuentos de mar calmo




El ámbar es una gema orgánica. Básicamente consiste en una resina fosilizada, originada en los troncos de coníferas desaparecidas hace millones de años. Existen yacimientos en muchos lugares del mundo, pero la región del mar Báltico es la que contiene mayor cantidad de ámbar a nivel mundial. Se la encuentra básicamente en las playas, luego que las tormentas remueven el fondo del mar de la zona costera. La gran belleza del ámbar es la responsable de que haya sido considerado una sustancia preciosa, y por su origen misterioso era considerada como una gema divina que protegía a quien la portara. Como tal, llegó también a usarse como un ingrediente en las medicinas y para propósitos religiosos.

El autor



LA SALA DE AMBAR


El arquitecto y escultor barroco Andreas Schülter quien fuera arquitecto de la corte había diseñado muchos edificios del Imperio Germano.

Fue director de la Academia de Bellas Artes y tuvo una inmensa influencia en la vida artística en Berlín en ese momento.

Sin embargo, su carrera se detuvo abruptamente en 1703, cuando uno de sus diseños, la torre de agua de la Casa de la Moneda de Berlín estuvo a punto de colapsar.

Se descubrió que varios de los otros diseños de Schülter también tenían serios problemas estructurales. Su vida cambió y perdió un trabajo tras otro y finalmente solo se le permitió trabajar como escultor.



Cuando la desgracia lo llevó a un paso de la locura, encontró en el ámbar el elemento que lo salvaría.

El ámbar era popular en el imperio, pero siempre para modelar figuras pequeñas, vasos y ornamentos.

Schülter comenzó haciendo pruebas de diverso tipo con esta gema, primero basado en sus cualidades físico químicas y luego como gema preciosa a tallar.

Finalmente realizó los planos de una habitación totalmente recubierta de ámbar. A raíz de su proyecto fue llamado por Federico III, para que la construyera en el palacio de Berlín. Un lugar donde el monarca pudiera descansar y meditar.


El rey, creía en el poder mágico del ámbar, y como influía positivamente sobre los estados de ánimo y la salud.




Andrea luego de muchos estudios, alguno de ellos probablemente esotéricos mejoró su diseño llevándolo a una habitación de 55 metros cuadrados, cubierta con paneles de ámbar tallados con infinidad de figuras y agregó una serie de mosaicos venecianos que representaban los cinco sentidos del hombre. Todos paneles de las paredes eran realizados con ámbar de color miel. A este conjunto le agregó un decorado de piedras semipreciosas y estucados de oro.

Para trabajar el ámbar contrató al artesano danés Gottfried Wolfram. Ambos trabajaron en la cámara hasta 1707, cuando se incorporaron los maestros Gottfried Turau y Ernest Schacht . A la muerte de Federico III, su hijo Federico Guillermo I de Prusia, necesitaba aliarse con los rusos para combatir a Suecia. Para ganar el beneplácito del zar Pedro I el Grande y conociendo su admiración por la cámara de ámbar de su padre, la que había admirado en una visita hecha por el zar a Berlín, decidió regalársela. Sin duda un regalo extraordinario y desmedido.

La razón no era tan solo ganar el favor del monarca ruso, es que a Federico Guillermo el permanecer en esa habitación no le era nada grato. Emanaba una potencia que a él lo sorprendía.

Mandó a desarmar la cámara y embalarla en cajas. La cámara desarmada, recorrió los 1.700 Km que separaban Berlín (Alemania) de la actual Pushkin (Rusia), próxima a San Petersburgo. Por tierra viajó desde Berlín a hasta el puerto de Rostock y de allí en barco, navegando el Báltico hasta San Petersburgo y luego finalmente por tierra hasta Pushkin.





Todo el traslado se hizo desmontando los paneles de las paredes del palacio de Federico, y guardándolos en cajas numeradas para facilitar el armado en Rusia. Se convertía de esta forma en el objeto más preciado del palacio de Tsarskoye Selo –la residencia de verano de los zares-. Allí se le añadieron otros metros cuadrados de ámbar.

El zar Pedro el Grande le ofreció el trabajo a Andreas Schülter quien aceptó y se radicó en San Petersburgo. Fue él quien rearmó la habitación y agregó los metros de ámbar, finamente tallados. Para eso debió capacitar a artistas rusos en el tallado de la valiosa gema, llevando con él a los artesanos que habían diseñado los dibujos originales. Además, inició nuevas obras como el Palacio Kikin y los estucos de socorro en el Palacio de Verano. No pudo terminar sus obras sorprendido por la muerte.


Si bien Pedro el Grande quiso instalar la cámara inicialmente en el Palacio de Invierno (Hermitage), la Emperatriz Isabel decidió trasladarla palacio en Tsarkoye Selo, actualmente conocido como el Palacio de Catalina. No es difícil imaginar que esta sala se convirtiese en el orgullo de la realeza rusa. Se cuenta que allí meditaba la zarina Isabel o que Catalina la Grande la usaba para recibir a las visitas. la Cámara de Ámbar era llamaba la «octava maravilla del mundo».


La estancia sobrevivió, por sorprendente que pueda parecer, a la Revolución Rusa y llegó intacta a la Segunda Guerra Mundial. Durante la invasión nazi de Rusia (operación Barbarroja) la ciudad de San Petersburgo soportó uno de los asedios más brutales de la historia. Entre las tropas SS nazis había una división de la Deutsches Ahnenerbe, o «Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana», bajo el mando del coronel Wólfram Von Sievers.

Su misión recuperar la sala de ámbar.

Para Hitler esta maravilla, tenía un sentido mágico y en sus mensajes al pueblo, había recomendado a las mujeres alemanas usar algún elemento de ámbar como protector. Para los nazis la propiedad de estos elementos mágicos convertiría en invencible al Tercer Reich. Entre las tropas SS desplazadas en esta misión se encontraba Alfred Rohde, uno de los mayores expertos de arte del momento.

A pesar de que los rusos habían tratado de proteger la cámara de los invasores, empapelando las habitaciones, los alemanes la descubrieron, la desmantelaron a una velocidad extrema y la empaquetaron en cajas.

Tan sólo treinta y seis horas después de haberla descubierto la cámara partía con destino a Alemania, concretamente hacia Köningsberg –actual Kaliningrado-, la capital de Prusia Oriental.

Luego de este pillaje y robar las obras de arte que encontraron destruyeron el Palacio de Catalina dejando la fachada externa nada más, como una cáscara vacía.

El traslado de la cámara desarmada, se realizó nuevamente en forma marítima, hasta el lago Vístula y luego remontando el rio Pregolya llegó al castillo Köningsberg donde fue montada y estuvo expuesta para los alemanes unicamente. Alfred Rohde quedó como responsable de la misma.


NACE EL MISTERIO


Por órdenes de Hitler, el 21 y 24 de enero de 1945 ante la inminencia de la derrota, se realizó el movimiento de las posesiones saqueadas a los rusos. Esto permitió a Albert Speer, ministro de armamentos, y su equipo de administración transportar bienes culturales considerados prioritarios. Sin embargo, antes de que se pudiera remover la Cámara de Ámbar, Erich Koch, quien estaba a cargo de la administración civil en Königsberg durante los últimos meses de la guerra, abandonó su puesto y huyó de la ciudad, dejando al general Otto Lasch al mando. Quedaba Alfred Rohde custodiando la joya de ámbar.






En el invierno de 1945 los aliados bombardearon la ciudad y el castillo que la albergaba fue destruido. Se desvanecía la pista de tan preciado tesoro. Aparentemente en ese bombardeo y posterior incendio, se perdía la octava maravilla.

Sin embargo, Rusia decide investigar el destino final de la sala de ámbar, por considerarlo de un inmenso valor para el pueblo soviético. Algo que se había cuidado durante tantos años desaparecía en un par de días.

Queda a cargo un departamento de estudios arqueológicos e históricos del ejército ruso, comandado por el general Uriuv Buchev, quien es secundado por museólogo y militar Aleksandre Brusov, jefe del equipo soviético encargado de localizar la Cámara de Ámbar.

Brusov interroga a los prisioneros alemanes, entre ellos a Rhode quien declara que la cámara se destruyó después del bombardeo aliado y posterior incendio.

Rhode gana la confianza de Brusov ayudándolo a recuperar tesoros guardados en los túneles de la ciudad, básicamente cuadros y una carga de 400 kg de barras de oro.


Pero en el ínterin aparece la declaración de Leonid Arinstein, teniente del Ejército Rojo que estaba a cargo de un pelotón de fusileros durante la batalla de Königsberg, quien declaró: «Probablemente yo fui una de las últimas personas que vieron la Cámara de Ámbar, pero ya estaba desmontada y en cajas en los subsuelos»

Esto negaba la información de Rhode, pero si lo que vio Leonid fueron cajas, no podría haber asegurado que el ámbar estuviera ahí.

Brusov tomó mayores declaraciones a los soldados que entraron al castillo después del bombardeo y descubrió que al menos partes de los paneles que cubrían las paredes de la habitación fueron encontradas en las bodegas del castillo de Königsberg, concretamente pedazos de los mosaicos venecianos.

Para preservar las evidencias de este relato, restringió el acceso a las ruinas del castillo a todos, incluso los investigadores históricos y arqueológicos,






Por orden de su jefe, el General Buchev, Brusov debió cerrar las investigaciones y lo hizo con el siguiente informe: «Resumiendo todos los hechos, podemos decir que la Cámara de Ámbar fue destruida entre el 9 y el 11 de abril de 1945, en el bombardeo aliado», firma Brusov y también Rohde como testigo.

Pese a haber cerrado formalmente la investigación Brusov siguió adelante casi en secreto y escribe años más tarde antes de morir, una versión contraria, y confiesa que había cerrado el caso debido a la presión del régimen soviético, que no querían ser vistos como responsables de la pérdida. Tambien aclara que Rohde antes de morir le dejó la clave del misterio, en honor a lo que el ruso había hecho por él.

Brusov había descubierto antes de la muerte de Rhodes que había sido engañado por el alemán, pero guardó silencio. La clave dejada por Rohde era un regalo de una serie de microfilm, dejada por el germano como legado póstumo.

En los mismos confiesa Rhode, que él se había encargado de preservar las cajas y las había trasladado con el conocimiento del alto mando alemán. La noche del traslado partió con las cajas desde un túnel del castillo que desembocaba en el rio Pregolya. Iba fuertemente escoltado y suponía que el destino era el puerto de Königsberg.

Otra carga similar en cuanto al tipo y numero de cajas, pero solo conteniendo piedras, partió hacia Polonia, para salir desde el puerto polaco de Gdynia. Otro tercer grupo de cajas con piedras de lastre fueron hundidas en el río.

Eran maniobras de distracción, únicamente las que custodiaba Rohde, eran las que contenían el ámbar.

Todo este tema se estaba transformando en una mala propaganda para los soviéticos, así que para finalizar el problema de la desaparición y pensando en la inconveniencia de mezclarlo con la guerra fría, en 1968, a pesar de las protestas académicas en todo el mundo, el gobernante soviético Leonid Brézhnev ordenó la destrucción del castillo y prohibió cualquier tipo de investigación

En 2003, se celebró el tricentenario de San Petersburgo y como parte de los festejos se inauguró una réplica de la famosa cámara en el Palacio de Catalina. En su construcción, iniciada en 1979, se emplearon ocho toneladas de ámbar y debieron capacitarse decenas de artistas talladores, en base a la antigua escuela de San Petesburgo.

En la inauguración Vladímir Putin y Gerhard Schröder fueron las figuras centrales. Alemania aportó piezas recuperadas y cuatro millones de dólares para concretar la obra.


En 1997, habían encontrado en Alemania un mosaico de piedra italiano, que formaba parte de un conjunto de cuatro, que habían decorado la Sala de Ámbar original. La obra de arte estaba en posesión de la familia de un soldado alemán. Los familiares contaron que el soldado había ayudado a empacar la cámara de ámbar a las órdenes de Rohde en 1945. El mosaico llegó a manos de las autoridades rusas y se utilizó en la reconstrucción. Además, el gobierno alemán de Gerhard Schröder, para la inauguración de la reconstrucción devolvió a los rusos mobiliario de la cámara que habían logrado recuperar: una cómoda rococó y unas sillas.

En 1998, dos equipos separados, uno alemán y otro lituano, anunciaron que habían localizado la Sala de Ámbar. El equipo alemán señaló una mina de plata, mientras que el equipo lituano creía que el tesoro de ámbar estaba enterrado en una laguna; ninguno de los dos lugares resultó cierto. Recientemente un equipo de buzos y especialistas polacos encontró en el fondo del mar Báltico un buque de guerra alemán que fue hundido durante la Segunda Guerra Mundial y que podría contener el tesoro, pero no cerraban las fechas del hundimiento con la fecha del bombardeo del castillo, los separaba más de un año de diferencia.






Lo cierto es que después de la guerra, la Cámara de Ámbar nunca más se volvió a ver en público. En 2004, una extensa investigación de los periodistas de investigación británicos Catherine Scott-Clark y Adrian Levy concluyó que probablemente fue destruida al final de la batalla de Königsberg.

Pero nosotros, si vamos a reconstruir lo ocurrido. Cuando Rohde advirtió que estaba todo perdido, armó las cajas, las verdaderas y las falsas. En ese momento hubo robo por parte de soldados alemanes, no del ámbar sino de un cuadro venecianos y de los muebles. Con un grupo de leales y utilizando unas vagonetas debidamente preparadas huyeron del incendio por los túneles del castillo, hasta el rio Pregolya. Ahí esperaba el general Otto Lasch embarcado en un tren de barcazas, donde ya había otros tesoros. Rohde recibió la orden de regresar y esperar a ser capturado por los rusos.

El tren de barcazas navegó aguas afuera al Báltico , donde se embarcaron de noche en el carguero alemán Kronenfels, que era parte de la Operación Hannibal (La evacuación por el Mar Báltico de ciudadanos y tropa alemanas por parte de la Kriegsmarine).

El buque esa noche fue torpedeado por el submarino soviético L-3 y se hundió luego de una fuerte explosión, en las profundidades del Báltico. El comandante del submarino el capitán Konstantinovich Konovalov, al comprobar la explosión del transporte, pudo ver un destello amarillo muy fuerte a la altura de lo que sería la segunda bodega empezando de proa, sin entender de que se trataba. Dos dragaminas alemanes el M256 y el M 328 socorrieron a los náufragos, pero el buque y su carga terminó hundiéndose en las profundidades del mar Báltico.

El final de esta historia es que el ámbar, regresó de donde había sido sacado originalmente, el mar Baltico y descansa a más de 500 metros de profundidad. Con un mini submarino no tripulado tipo Rover, no hace mucho los rusos recorrieron el casco hundido y descubrieron las cajas abiertas y parcialmente destruidas. El ámbar ya no estaba, pero cuando iban a retirar el submarino de la búsqueda pudieron ver un reflejo amarillento desde el fondo del mar. Como el minisubamrino no estaba preparado para operar a mayor profundidad, se dio por finalizada la búsqueda.




Cuando con mi esposa, hace unos años visitamos el Palacio de Catalina la Grande en Pushkin, intenté quedarme unos momentos detenido en la sala de ámbar y tratar de percibir esa energía extraordinaria que si he sentido en otros lados del mundo, como el Intihuatana de Machu Pichu que es una roca que sirvió como reloj solar y es conocida porque irradia energía.

Si bien está prohibido tocarla, bastará con poner las palmas de sus manos a unos centímetros para sentir su energía, o que también sentí en la brecha de las aguas cristalinas de Silfra en Islandia lugar donde los vikingos establecieron el primer parlamento democrático del mundo y administraban justicia.


Quizás este ámbar de la reconstrucción no es muy legítimo (se puede lograr copiarlo por compuestos químicos), o la paciencia de los guías rusos no era mucha, que con el afán de que nos moviéramos no me dieron el tiempo y la serenidad para sentir nada.

Dicen que cuando inauguraron la nueva cámara en el año 2003, estaba como invitado el pintoresco Silvio Berlusconi, quien se escapó del almuerzo protocolar. Cuando la seguridad rusa lo buscó por el palacio, lo encontró sentado en el medio de la cámara de ámbar





Quiero agradecerte , Daniel, por autorizarme a publicar tu cuento en el blog, que es ni más ni menos un buen refugio para contadores de historias.

Me gustó muchísimo el libro !


Isabel




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