Canadá, el país de la buena onda y del buen humor.
Y veníamos cabalgando en esa buena onda desde las montañas y los lagos .
A pura emoción.
Nuestro destino final con el tour era Vancouver.
Teníamos a partir de allí tres días de libertad antes de embarcar en el Crucero hacia el país de las sombras largas.
Yo me había ocupado de contratar el hotel, lo había elegido en English Bay, más alejado del centro pero con muy lindas vistas.
Sin embargo, el English Bay Hotel.....¡era chino!
Un detalle, nomás.
Medio Vancouver es chino.
La llaman HongCouver, porque los enormes edificios modernos y hoteles....son de capitales chinos.
Una maqueta para un nuevo rascacielos se presenta en Shangai y se vende el proyecto....¡en el mismo día!!!!!
Una propiedad es bastante inalcanzable dentro de la city, y en las afueras, veíamos pequeñas casas de madera, bastante abandonadas, que costaban millón o millón y medio de dólares.
El hotel no era alto, y estábamos en un segundo piso casi frente a la playa donde están estas esculturas tan particulares.
¡Y desde donde podíamos disfrutar de los atardeceres sobre el Pacífico!
Una sucesión de luces y sombras, sentados en la arena cálida y extrañamente... a pesar de tanta gente, bastante silenciosa.
Todas las tardes se reúne mucha gente para ver ponerse el sol por el Pacífico.
Vancouver es una ciudad fascinante, multicultural, cosmopolita .
Un lugar donde la gente de todos los países se siente cómoda al parecer.
Vancouver, es una ciudad relativamente reciente, descubierta por James Cook en 1778. Era una tierra boscosa y montañosa en la que habitaban tribus de las Primeras Naciones y mucha vida salvaje.
No eran tribus nómades y habían vivido en paz hasta la llegada de los europeos. Españoles y británicos fueron llegando a sus costas y estableciendo puestos de comercio, sobre todo de pieles .
Su paz se vió alterada cuando en 1858 se descubrió oro en el río Fraser, y oleadas de americanos invadieron el lugar en la búsqueda frenética del metal.
A partir de ahí, el progreso estaba en marcha.
El golpe final fue la llegada del Canadian Pacific Railway que trajo a muchas familias y comerciantes a instalarse en el el pueblo.
En 1884 se inauguró la Trascontinental que unía Canadá de Este a Oeste y en 1886, se fundo la ciudad con el nombre de George Vancouver, uno de los descubridores.
Sin embargo, Vancouver te cuenta otra historia. La presencia de las Primeras Naciones conviven con la de los ultra-altos edificios.
Y esa presencia no está relegada a los libros de historia que quedan sin leer.
Lo primero que hicimos fue una gran caminata por Stanley Park, un espacio que rodea casi toda la ciudad, creo que el mejor pulmón que he visto, con playas, bosques , piscinas, gente corriendo, o en bicicleta, y en algún punto...el Acuario.
Tengo debilidad por los acuarios y por las muestras de la vida natural de los países que visito.
En mi humilde opinión de espectadora, en la forma de tratar la naturaleza se puede descubrir la esencia de esa nación, algo así como leer entre líneas el manifiesto de lo que las motiva.
En Canadá me pasó, durante los dos viajes, que esas líneas me hablaban de gente con buen humor, respeto por la naturaleza y también por su historia.
El acuario es impresionante, no sólo en diversidad, sino en el cuidado de sus habitantes.
Y caminar por Stanley Park bordeando la ciudad es toda una experiencia para todo el día, como mínimo.
Uno de los puntos más importantes del Stanley, es Brockton Point, donde una colección de nueve Totems originales te cuentan parte de la historia.
Es donde uno se da cuenta de la integración de las culturas...el Totem es un relato tallado en madera, de una altura de varios metros, en donde se cuenta la historia de cada familia y en algunos, el clan al que pertenecen...águila, cuervo, oso.... las caras se asemejan a los animales que representan y cuentan una historia particular.
Existe un último Totem, sin pintar que pusieron en 2009, que representa a la última mujer de la Squamish Nation que habitó el lugar. Fue colocado por su hijo en ese año.
Y el contraste entre la modernidad de la ciudad, y su historia tan reciente te produce un click ....un zumbido molesto que te invita a seguir preguntando..
Ese atardecer, desde la playa de English Bay...planificábamos lo que haríamos al día siguiente.
El Puente Colgante de Capilano y las caminatas por las copas de los árboles y los bosques, y también la Isla Victoria y si alcanzamos......
¿No te parece mucho? ..me pregunta el Partner.
Me quedé pensando.....y pensando, en todo lo que había leído antes del viaje.
Siempre hay algo que interesa más, algo que retumba adentro , una parte que sobresale sobre la otra.
Y lo que más me había impactado, más allá de la belleza de la ciudad, era esa parte de historia que habla de la fusión de ambas culturas.
Las venas, la corriente de vida entre una y otra.
Así que el día siguiente partimos en un bus de línea al Puente de Capilano, o Kia Palano, llamado así porque así se llamaba el jefe de la tribu que hizo conocer el río y las montañas a los europeos.
Es una maravilla de ingeniería que inicialmente era de madera y sogas, y con el tiempo ..se convirtió en estructuras de acero y cables de acero que flotan en el aire, sobre el río, a 70 metros de altura y tiene 137 metros de largo.
El original, fue construido por un ingeniero escocés Mackay que en 1886 había comprado esos terrenos y tenía que pasar sobre el río para alcanzar la otra orilla.
El primero se construyo en 1889 y era de madera y cáñamo.
Cruzar el Puente...bueno, parece que las piernas se vuelven de gelatina , te agarras al borde con todas tus fuerzas ¡y rezas para que se quede quieto!
Pero siempre hay algún gracioso que se balancea y a uno le despierta instintos asesinos.
Una experiencia incomparable.
Aparte del Puente , es una maravilla desplazarse por el bosque en algún medio que no sean las lianas de Tarzán, pero que te den la misma impresión.
Y como broche final, el Centro Histórico cuenta con la mejor colección de Totems de Canadá y EEUU.
Ahí , otra vez, las venas por las cuales navegar.
La visita al Museo de Antropología de Ontario completa lo que uno puede conocer de las Primeras Naciones en una muestra magnífica , imperdible . Uno de los Museos más lindos del mundo del que hablé antes en otro post.
Un giro de 180 grados cuando llegamos a la isla de Vancouver, cuya capital es Victoria.
Construcción europea de la época, y varios homenajes a caídos en las guerras. Una delicia para caminar como si uno estuviera realmente en Europa.
Caminábamos por esa ciudad tan civilizada, tan linda, cuando de pronto algo me noqueó ,
encontramos la estatua .........¡¡la que sería mi puerta de acceso a las venas !!!!
La estatua de la gran artista Emily Carr!
Emily Carr, nacida en 1871, Victoria.
Hija de un inmigrante inglés y educada como tal.
En la estatua , con su mono Woo y su perro.
Pintora y escritora. Su vida fue una permanente lucha contra los obstáculos, los prejuicios de la época, las dificultades económicas y la decepción que sólo a finales de su vida le dió una cierta tregua en el reconocimiento de su obra como artista y escritora.
Emily desde muy joven cursó artes, en Victoria y en Vancouver.
En París, se deslumbró con los impresionistas y aplicó esta técnica a toda su obra.
Pero no encontró lo que buscaba.
Volvió a su tierra y de a poco fue develando el motivo de su búsqueda....ella también buceaba en las venas de Canadá .
Se fue a vivir con las comunidades de las Primeras Naciones al archipiélago de la Reina Carlota , más al norte de Vancouver, casi lindando con Alaska, en donde la línea entre las fronteras y las culturas se confunden y fusionan.
De su vida en las aldeas y en la isla, llamada Haida Gwai por los haidas, y Queen Charlotte por los europeos, quedan innumerables pinturas.
Pintaba lo que veía, las costumbres, lo simbólico, y lo cotidiano.
De su diario queda el relato de una vida en comunidad, en esas casas largas que tenían los totems delante, en los que identificaban a los habitantes de la casa.
El interior rectangular, espacioso , alojaba a varias familias, cada una separada con esteras.
Me dejé llevar por las imágenes que recordaba, un río de azules, verdes y platas, pinceladas fuertes y gruesas.
Una tierra de bosques , de árboles que cobijan y construyen casas, y alimentan los fuegos.
Este pueblo, Haida ,hasta la llegada de la civilización era muy numeroso. Con la llegada del europeo surgieron enfermedades, tráfico de armas y alcohol, con lo que la población disminuyó drásticamente.
El pueblo vivía de la pesca del salmón y el bacalao, la recolección de bayas y raíces y la caza de ciervos , castores y aves.
El negocio del comercio de pieles que explotaron los europeos, terminó con varias especies y puso en peligro de extinción a las nutrias.
La especialidad de las tribus era la talla en madera como se puede ver.
Los Haida se fueron integrando, se opusieron a las talas incontroladas ejerciendo una fuerte presión sobre las autoridades hasta que el tema de las talas se reguló por ley. (sin guerras ni muertes)
El 3 de junio de 2010, el gobierno de la Columbia Británica promulgó la ley de Reconciliación con la Nación Haida , que renombraba las isla Haida Gwai y con este nombre debía aparecer en mapas y sellos postales, derogando para siempre el de Queen Charlotte.
Entonces, ¿cuál es la corriente que une las dos culturas? Aparentemente, en mi humilde papel de espectadora ocasional , la aceptación y la posibilidad de intercambio entre ambas.
Emily volvió de la isla y se aisló. Poco contacto con los demás, vivía con un perro y un mono llamado Woo, en medio del aislamiento.
Al final de su vida, fue reconocida como uno más por el grupo de los siete magníficos, un grupo de pintores que llevó los paisajes de Canadá por todo el mundo. Sin embargo, de todos ellos , sólo Emily profundizó en la cultura de las primeras naciones.
Me puse a pensar qué parte de todo lo que había leído en su libro , a pesar de la pésima traducción, podría ser la pista que definía el aporte de las primeras naciones.
Más allá de los Totems que cuentan el relato, más hondo que eso, la corriente de vida que se transmite a través de las venas de la historia.
Y recordé.
La historia de Sophie, una nativa que se había hecho amiga de Emily.
Sophie, durante toda su vida tuvo veintiún hijos!.....por supuesto, algo impensable para nuestro concepto de sanidad pública.
Estos pequeños que Sophie acunaba en su seno morían a los pocos días, de mil cosas distintas, de un organismo agotado materno , entre otras razones.
Emily cuenta que sólo tres llegaron a la edad adulta.
Sin embargo , Sophie encargaba una lápida para cada uno, iba pagando de a poco, porque cuando terminaba una ya tenía que pagar la siguiente , y el pedrero le hacía un descuento grande para que pudiera hacerlo.
Una vez a la semana, Sophie y Emily iban al cementerio del pueblo...con unas pocas flores. Sophie iba acariciando las piedras.una por una.....Rosie...Marie....Mary......Emily....Joe.......
Este relato me conmovió.
Ahí encontré entonces la respuesta.
Volví a preguntarme...¿qué corre por las venas entonces?
DIGNIDAD.
En la vida y en la muerte. Eso transmitieron.
Y me quedé pensando...ahora que a algunos les preocupa de dónde venimos
¿Qué nos define a nosotros como nación?
¿Que fué lo que heredamos?
Ojalá tuviéramos más respuestas.....o tal vez la respuesta es extrapolar lo universal a lo particular....y que cada cual tenga su propia conclusión.
Canadá...¡el país de la buena onda!!!
Canada 2016
https://es.video.search.yahoo.com/search/video?fr=mcafee&ei=UTF-8&p=vancouver+canad%C3%A1&type=E211ES885G0#id=3&vid=9e6d0ce63810a2a1534a8f2db15ea3c1&action=view dron sobre Vancouver
Volveríamos un montón de veces no????
Qué país más lindo!
Emocionantes experiencias que vivimos en variadas situaciones: descubrir Vancouver , disfrutar el Stanley Park , maravillarnos en el Acuario , admirar los Totems ,temblar de miedo en el Puente de Capilano y admirar las pínturas de Emily Carr.