Antes, era una fanática de la preparación.
Y como me gusta mucho la fotografía y cada viaje que hago tiene su fotolibro correspondiente, me enamoro de lo que me entra por los ojos en las fotos.
Pues bien, cuando planeé el viaje a Alaska , ví una foto del Monte McKinley que tenía un reflejo en un espejo de agua, en medio de flores de lavanda.
Fue un amor a primera vista. El lugar se llama Kantishna.
Inmediatamente busqué una excursión que fuera a ese lugar, partía de Denali, el Parque Nacional y contraté la excursión .
Todo un año me preparé para sacar las fotos.
Tenía esa foto en mi salvapantalla del celular y todo el tiempo la miraba y pensaba…dentro de una año voy a estar ahí….dentro de diez meses voy a estar ahí…dentro de un mes….y llegó el momento .
Salíamos del Resort de Denali en un micro que nos llevaba a otro lugar en donde nos esperaba, un bus tipo escolar, verde, y con un conductor que recordaba a un personaje de los Simpson, muy simpático, que hablaba todo el tiempo (inglés, por supuesto). Con una mano manejaba y con la otra señalaba fauna que se podía avistar, algunos osos a lo lejos, un caribú, cabras….peligrosamente dejaba el volante para mostrar algo y nosotros sufríamos al mirar el abismo por la ventana. Un camino de subidas y bajadas por rutas muy angostas .
Pero sufría en silencio el susto, todo por llegar al lugar en donde el Monte Mc Kinley se reflejaba en el espejo de agua.
Después de varias horas, de almorzar dentro del micro, porque te dicen que los osos huelen la comida a 1,5 km y ..con los osos no se bromea, después de todo eso llegamos a un lugar más espeso en donde había un cartel que decía ..FIN DEL CAMINO.
Cóoooomo? Me acerqué al conductor y le dije, dónde está el McKinley?
“Ah.. por otro lado,” me dijo ”Nosotros no lo vemos.”
Casi me muero, no hubo palabras de consuelo capaces de calmar mi desolación.
Después de dos días de duelo, me dí cuenta de algo importante.
Que con mi obstinación no dejé que la vida me sorprendiera.
Y desde ese momento soy más flexible, disfruto más de lo que veo y de lo que aprendo, de lo que no llego a planificar, por suerte, y que la vida me ofrece.
“La madurez del hombre es haber recobrado la serenidad con la que jugábamos cuando éramos niños” Nietzche
Por eso, planificar está bárbaro, pero dejar algo sin ajustar y ver qué pasa….es mejor.
Igual la vida me dio revancha, y pude tomar unas buenas fotos del McKinley desde Talkeetna
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