De entrada y de salida, es un país con buena onda.
Su gente es amable y cordial, relajada y bastante divertida.
Los paisajes son increíbles, no alcanza el asombro para tanta maravilla.
Canadá es un país con orden, con el acento puesto entre lo que está bien y lo que no, llevado con bastante lógica y menos violencia.
Cómo puede ser tanta armonía? me pregunté.
Visto lo visto en otros lados, deambular por el extenso Canadá resulta relajante y divertido.
Así como ellos tienen su tema con los osos, y no paran de bromear a costa de nosotros los turistas sobre las costumbres de tales mamíferos vendiendo un divertidisimo merchandising, su sentido del humor es refrescante , sin sarcasmos ni ironías.


Durante todo el viaje fui husmeando en sus orígenes para descubrir de dónde venía esa sensación de frescura .
El oeste de Canadá es curioso y muy particular .
Partimos desde Calgary, una ciudad preciosa y con un altísimo nivel de vida ...y fuimos recorriendo la provincia de Alberta , entre montañas y lagos espectaculares, pasando por bosques verdes ,azules y plateados.
El guia nos iba contando cómo la provincia se había endeudado y cómo, con una buena administración había multiplicado ganancias y devuelto la deuda , y hoy por hoy , era una de las más ricas de todo Canadá.
Una de las cadenas hoteleras más emblemáticas de todo el país, pertenece al sistema de pensiones de los docentes de Ontario.... en fin, lo que decía antes , el acento puesto en lo que está bien, y no busquemos semejanzas...que no las encontramos.
Y llegamos finalmente a Vancouver, una ciudad sobre el Pacífico, con sus playas al atardecer, sus parques y acuario tan fabuloso y su población tan cosmopolita que va pululando por ahi, haciendo gala de vida sana en sus parques y con una sonrisa en la cara.
Y ahí estaba un poco la respuesta, la influencia de los pueblos originarios en la cultura del Nuevo Mundo.
Dos sangres mezcladas en una misma arteria de vida.
Y me parece que ahí está la diferencia, que sus sangres se mezclaron sin demasiado rencor ni traumas, al menos lo que se puede sentir, haciendo la salvedad de que la especie humana fue y es la que es.
Vancouver fue , para mí, como la revelación de una parte de la historia.
Un balcón al Pacífico para ver el pasado.
Y el espejo en cuestión en el que buceo cada vez que viajo me devolvió una imagen de frescura que encontré después de un tiempo en Nueva Zelanda también.
Y por ahi...muy al fondo...descubrí una pizca de sana envidia...pero esa...era toda mía.
Volvería cien veces más.
El Museo Antropológico de Ontario es algo que no se puede perder. Uno de los más completos y lindos para recorrer que he visto .
Les dejo los links de Vancouver con una especial historia de un pintora que vivió con los Haidas, un pueblo del Pacifico , en la isla de Vancouver y de los relatos que tanto me conmovieron .
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